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La sunamita: Una gran lección de fe [Parte 2]




La historia de la sunamita en la Biblia, nos enseña cómo pudo recibir un gran milagro, siendo ella estéril, concibió y dio a luz un hijo, como resultado de su fe al Hospedar al profeta Eliseo en su casa sin esperar nada a cambio.


Pero a partir del versículo 18 las cosas se tornan difíciles. El hijo nacido por milagro de Dios se queja de dolor de cabeza estando en el campo con su padre, y él lo envía con su madre. Ella lo tiene en sus piernas pero muere ahí esa misma tarde. Al ver la sunamita que su hijo era muerto, se prepara para salir al encuentro del profeta Eliseo, sin dar mayores explicaciones dijo al criado que la acompañó: "No me hagas detener por nada, hasta que yo te lo diga".


Al llegar a donde estaba el profeta, ni siquiera quiso exponer su caso con el sirviente del profeta. Fue hasta que llegó frente a Eliseo que abrió su corazón, se asió de sus pies y le dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor?¿no dije a caso, que no te burlaras de mi? Eliseo entendió claramente que su corazón estaba turbado en gran manera y envió a su sirviente Giezi que se apresurara a ir donde estaba el niño y pusiera su báculo sobre él, pero al hacer esto, el niño seguía muerto. Entonces el profeta Eliseo cerró las puertas y clamó a Jehová. Luego, se tendió sobre el niño y de esta manera el cuerpo del niño entró en calor, luego se paseó por la casa y volvió a tenderse sobre él, entonces el niño estornudó siete veces y abrió sus ojos.


De esta manera, la mujer sunamita había recibido un segundo gran milagro de parte de Dios al haber mostrado su fe puesta en el poder de Dios, a través del profeta Eliseo.


Me llama mucho la atención cómo ella, al ver a su hijo muerto, sale directo hacia el profeta, sin permitir que le estorbaran en su camino. Debió tener una convicción clara, de que era la unica manera de salvar a su hijo aún estando él muerto. Cuando todos hubieran perdido la fe, ella se armó de valor y busco en el lugar correcto: La presencia de Dios.


Nosotros podemos aplicar esta gran enseñanza a nuestras vidas. Cuando todo parezca perdido o sin solución, debemos llenarnos de fe y correr a los pies de Dios, el único capaz de sacarnos del problema o de la situación. Quizá tu problema sea una enfermedad inesperada, un hijo rebelde, una situación dolorosa, no lo sé. Pero de lo que sí estoy seguro, es que Dios está con los brazos abiertos esperando por ti para abrazarte con su Espíritu Santo, confortar tu alma y guiarte hacia aguas mas tranquilas. No busques ayuda en nadie más que en Dios mismo.


Aunque no lo creas, esta mujer sunamita, de la cual no se menciona su nombre, aparece aún una tercera vez en la Biblia, dejandonos otra gran enseñanza.


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